Salidas de Emergencia.
Es fuerte el ruido que hacen las personas cuando se quiebran, montones de ellas en las calles sujetándose la boca con las manos, esforzándose por no gritarle a los transeúntes sordos cualquier verdad que les suene a mentira. Siendo el resquebrajo de las sonrisas pintadas, transmutamos la fantasía de los amores que nos traicionan, en costumbres aburridas, en horarios para amar. Conseguimos lo justo para no dejar morir de hambre las ilusiones, lo necesario para no perder el sentido y dejar de divisar, al menos temporalmente, la desazón irreprochable de las malas compañías que aceptamos sin condiciones, movidos por el miedo profundo de no ser suficientes para todos aquellos que nunca fueron suficientes para los demás. Nos convertimos poco a poco y sin ningún afán, creyéndonos inmortales, en el reducto malogrado de una obra de caridad obligatoria, sustituyendo las conversaciones largas con frases cortas que caducan sin destino, mientras se oxida el arrepentimiento que se co...