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Mostrando entradas de julio, 2018

Sísifo el inoportuno.

Siempre sucede lo mismo, un enamoramiento malsano, impedido, inaplicable. Un par de sonrisas que carecen de profundidad y tres recuerdos confusos, difíciles de explicar. Siempre sucede que las palabras no son suficientes, que el tiempo pasa muy rápido y las conversaciones se enfrían, que las miradas de brillo que atisban un jugueteo inocente se transforman en una lástima recurrente que mira el reloj. Siempre sucede, que la excitación vacila y la incomodidad anuncia una marcha forzada que aborta una historia por falta de personajes valientes; siempre sucede, que los personajes, en su cobardía, aceptan la derrota predispuesta por la incontenible fuerza de la cotidianidad. Enamorarse, como cuestión implícita, es una muerte constante de ideales, un intento de suicidio recurrente, una habitación vacía. Enamorarse es cubrir con sábanas los objetos ausentes, pintar las paredes de colores vivos sin reparar las tuberías que pudren el interior. Es repetir eternamente el imaginario enferm...