Luces recurrentes para gymnopédies
Ya no existen para mí paredes blancas esperando a llenarse de color, ni encuentro arreglo posible para el abandono. Las puertas semiabiertas, desnudan inquietas una habitación cansada de construcciones sin terminar y al escuchar los golpes secos de las ventanas rotas, avanzo obstinado demoliendo la ausencia premonitoria de sus preguntas. Dejaron de existir las formas de las nubes en mis ojos y ahora están cargadas de lluvia, extinguiéndose bajo la luz de una estrella. Todo se esconde frente a mí y huye la luna tras el alumbrado eléctrico, negándose a extrañar lo invisible, transmutando la noche en palabras que no tienen lugar. No encuentro en este desastre los dibujos inacabados en acuarela, ni la agenda de viajes en desuso y empolvada. Se esfumó también el estruendo de los vidrios, el grito distinguible del rencor, lamentándose como pólvora húmeda que no puede estallar. Caminando lento todo se aleja, desaparecen las preguntas inútiles y las respuestas exactas. Pero el eco redund...