Bitácora
Despierto. Averiado en el brío inconcluso por mantener la calma, enciendo y apago la máquina que a marchas forzadas intenta seguirme el paso. Soy un bucle de espera infinita, una montaña que al ver caer diminutas rocas en su falda, resbalándose desde lo alto, advierte el colapso inminente pero inexacto que se avecina. Respiro. Intento llenar de aire limpio mis pulmones en una ciudad sucia, pero en cambio, encuentro las nubes grisáceas acariciándome el pelo. Intento sentir la ligereza de la sangre corriendo descalza por las venas, pero en cambio, siento sus pesados pasos calzados con botas repartiendo carencias inequívocas y soporíferas. Fumo. Lo borroso se hace natural en las ventanas cerradas, y en la continuidad del sonido monótono de las voces que gritan afuera, confundo el humo que se escapa entre mis dientes con el agua que se estrella con el vidrio y lo atraviesa, inundándome. Haciéndome perder la soltura de los brazos, quedo atrapado en el universo car...