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Mostrando entradas de abril, 2020

Pequeñas Catástrofes

Incapaz de trascender más allá de las ventanas, mi mayor tesoro es la luz del sol que se raciona en las mañanas, cuando el frio golpea el suelo de los balcones en las casas cerradas del mundo. Todos los muros me parecen delgados y casi quebrados, pero impenetrables; todas las puertas se maquillan abiertas y sin cerraduras, aun así, herméticas por obviedad. Estoy frenado en el tiempo, detenido entre la velocidad automática de la vida y las inquietudes que subyacen a las cosas excepcionales que no me pertenecen. Todo parece estar afuera, casi inquebrantable, pero encuentro que el mundo es tan pequeño como mi cama, cómodo, extenuante, extravagante e infinito sólo para mí.  El dolor en la espalda a veces me llega al alma, y las ansias vacías, a veces compartidas de volver, ya no me pertenecen, como si flotara. Todo parece detenerse, ralentizarse al menos. Y la realidad se agrieta en las pantallas de litio y parece distante, con miedo.  Me vínculo con los sueños nubloso...