Palabras Sueltas
Tortura, eso era verla cada día más cerca, como si pudiera unir dos decisiones mal tomadas y unas gotas de sudor que se derraman por la espalda. Infierno, eso era sentirla en su olor medio rancio y medio dulce, ese olor a mujer real, a equivocaciones selectivas en el fondo de los vasos de cristal. Cueva, era mi vida una cueva sin mayor luz que la propia, ya tan malgastada con el tiempo que no pasó y las noches de renta. Cielo, era salir de allí corriendo, saltando, gimiendo, demostrándole al mundo que el suicidio era una valentía reservada para los grandes. Cobardía, en las manos, en los párpados, en las afinidades que se derraman con calma mientras hablan del destino. Excusas, no tenía ni quería, no existían siquiera en sombras, en avellanas pardas que se queman en el socavón. Palabras, me sobran, le sobran, nos desalientan de lejos y nos unen en un siempre distinto, un nunca constante. Infierno, es la cercanía gastada, el fuego tibio y los ojos cansados. Miradas,...