+Cotidiano+
Todos los días despierto en un colchón hecho de gente muerta, de la que conozco y de la que no, de aquella por la cual pude hacer algo y no hice, y de aquella donde algo hice y no funcionó. Me despierto y aparto mi cabeza de la almohada rellena de ojos excitados, condenados a estar abiertos hasta que se les haga justicia, obligados a no parpadear por si alguien se atreve a sostenerles la mirada. Despierto quitándome las sábanas de encima, pesadas como los huesos rotos que nadie ayudó a sanar, que no tienen condenas ni culpas. Despierto sudando por las cobijas creadas con el cabello de las niñas que ya no crecieron más. Desayuno con las noticias de la masacre de moda, contando las cabezas que ya no pertenecen a sus cuerpos, buscando sonrisas en los dientes ensangrentados que ya no tienen labios que los cubran, en una obra surrealista de carcajadas de violencia desmedida. El café que me despierta lo cultivaron campesinos muertos, con familias muertas, en campos muertos. Sabe a m...