Aroma (II)
Aparece de repente, frecuentemente y sin invitación. Como si fuese una idea cansada de las vueltas propias de la rumiación, se asienta en el rincón más alejado de la cabeza con la intención de pasar desapercibido, pero fracasa miserablemente. En los mismos rincones donde reposan las filosas memorias de los malos tiempos, se desfigura indeciso entre la invasión y la coexistencia. Conoce bien los riesgos de hacerse plenamente presente y le rehuye a la aparatosa cadena de acontecimientos que se desligan de los ataques de pánico que me provoca. Está en mi cabeza, únicamente, aunque no sé por qué. Se mantiene sin nombre, sin una hoja de ruta concisa, negándose a tomar forma y dejarse aprisionar. Lo siento en la piel, correteando como una pulsación, engañando a los demás sentidos. A veces denso, personifica una bruma que cubre los ojos desde adentro, como un homúnculo perverso que quiere cegarme. A veces sutil, simula estar fuera, susurrando desde la habitación contigua un ...