Cortadas.
Se levantó y miró los vidrios, era su reflejo roto y fragmentado, eran sus trozos de vida regados por el tapete sucio que nunca quiso limpiar, eran las cortadas en sus brazos endebles y las lágrimas endurecidas de los amores que nunca lloró. Estaba herida, débil, maltratada, estaba llena de ira, estaba llena de moretones de experiencia y violaciones intelectuales que le dejaban la cabeza abierta de par en par; estaba ida, ida de la puta, de la resaca, del mujeriego, estaba vendida a su suerte, a la ciudad, a las calles tan impregnadas de miedo como su piel y tan duras como su carne. No durmió durante días, no comió, no salió de sí misma pues creía que no había afuera nada que quisiera ver, estaba tan decepcionada de todo allá afuera que prefirió encerrarse en sus versos y en cada libro que encontró en una biblioteca personal llena de palabras robadas y perfumes distintos. Tomó tanta cerveza con vodka como pudo y encendió tantos cigarrillos que si hubiese abierto la ventana, las ...