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Mostrando entradas de agosto, 2014

Agárrate.

Agárrate fuerte de lo que sea estable, monótono, encadenado. Agárrate de lo que no tiemble, de lo que no llore, de lo que no cambie; Agárrate y no te sueltes que te llevará el viento, la locura, la inimitable perseguidera de la hijueputez que llevas dentro. Agárrate de la esperanza y las buenas intenciones, permítete amar si te dejan, follar sin quejas, cargar llantos ajenos por caridad. No te sueltes a la realidad sucia y llena de polvo de la gente que cambia sus amores por dildos baratos, por besos de encaje y cocaína al por mayor.  No abras los ojos, sueña, mira el sol en las mañanas y deja de lado la polución maldita de las tristezas que embargan corazones rotos. Déjate llevar por las sonrisas efímeras y no por las marcadas arrugas que deja la nostalgia en un rostro amable, déjate caer en las ayudas humanitarias que a nadie ayudan, en el agua que se envía en aviones y que no quita la sed, en las ganas infinitas de hacer algo por alguien sin que signifique mayor esfuerz...

Retazos

Salvemos al mundo de a pedazos y con sonrisas miniaturas, Pueden parecer rotas, quebradas, remiendas, Puede que se esfumen en la cara, puede que no entendamos que pasó. Puede que sea la nostalgia de no verla, Pueden ser las lágrimas de un bufón. Los pasos de sus pies como mis acordes inconclusos, Las ganas de no ser una mirada en un cajón. Las ideas que se cruzan y se mueren en batalla, El montón de rarezas que madrugan a encontrarse Y las casualidades infinitas que nos trajeron hasta acá. Que si se tiene que tentar al diablo que se tiente, Que el miedo se me va hoy entre los pies. Que esto no es poema, ni canción, ni rima, ni balada, Ni nada de nada, porque esto soy yo. Y llegan las ganas de mirarlo todo en cámara lenta, Una cámara que corra y no se detenga. Y llegan las ganas de saltar y que el suelo no sostenga, Que queden sonidos, envueltos en papel.

El Artista.

Se quiso engañar esa noche, quiso mentirse y aceptar la irremediable desfiguración de cada palabra que decía mientras le chocaba el aliento con un rostro inexpresivo, sin movimiento, casi muerto y aún vivo en la tristeza que amargamente lo alimentaba y lo mantenía en el vaivén ridículo de sus respiraciones pausadas.   Había pasado gran parte de su vida ayudando a otros a mantenerse fijos en la tierra, lejos de los desbarrancaderos que la memoria utiliza como trampolines, atando cuerdas en brazos desprendidos y desatando nudos de gargantas ahogadas; Sin embargo apenas podían sus zapatos no arrastrarse ni llevarse el polvo del silencio que lo seguía, apenas podía escupir en cada esquina cuatro palabras que le pesaban, que lo seguían y lo querían abrazar. ¿Alguna vez ha sentido cómo los puntos suspensivos de un párrafo terminal se aferran a la vida, a la continuidad? Si sí, entonces conoce la desesperación, el sinsabor y el vacío que precede a un salto que sin protección al...

De repente.

Se volvió invisible, se apagó detrás de las luces del comedor aplastado por el silencio, hundido por la miseria de los recuerdos que no recordaba y las experiencias que nunca vivió. Su cuerpo era la paradoja perfecta de un crepúsculo sin epístrofe que no se funde detrás de nadie, era un presente continuo sin angustia, sin molestia, sin ganas de nada, ni siquiera de sí. Un de repente sin ataduras, un lazo sin nudo y unas cadenas sin armar.  De repente, como si el antes no fuese importante y se pudiera pasar por encima del mundo, por encima de todo menos de sí mismo, de la basura, de las calles, de la vida detrás de su espalda. De repente como cuando el después no se cuenta, el futuro no existe y la muerte no es una posibilidad. De repente como una moraleja que duele en el alma, un aprendizaje barato y póstumo al error; como las ganas que se pierden en la mitad del camino, el amor que se encuentra al final de la puerta justo antes de cerrar. De repente como la tristeza q...

Un Día

Le regalaría una sonrisa si lo pide en silencio, si no habla, si se calla y cierra sus labios y encierra su lengua detrás de los dientes.  Si no me dirige palabra le prometo una caminata lenta y un monólogo mal hablado, una mirada suelta y dos abrazos recurrentes y cortados. Abráceme de lejos y dígame que entiende mi cercanía con la nada, traicione sus costumbres y acompáñeme al desierto donde quiero encontrarla, sentirla. Le regalaría los dos últimos minutos de mi vida si a mí reloj se le acabara la pila, le escribiría un libro si no le gustaran las letras y le cantaría madrugadas enteras si no soportara mi voz. No soy lo que quiere ni lo que quiso, ni un error vagabundo detrás del diván. No soy la aventura que se quiere contar al despertar mañana, ni el caballero que algún día querría matar.  Pero sin ser nada sería su todo durante un día, sin aprenderme su nombre, sin querer su dirección. La amaría cada minuto como si el corazón estallara al termi...