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Mostrando entradas de 2019

La huida

Cansado de lo inevitable, me escondo entre paredes huecas para dejar de respirar por un instante. Intento sin éxito, consumirme los días inacabados que guardo entre las sábanas, y construyo figuras inalcanzables en un lienzo inexperto que me mancha las mejillas, convirtiendo todo en un desorden fatal. En el espacio vacío que he atestado de cosas sin valor, la vida me ofrece una ridícula metáfora del ruido, y en el renacer de las virtudes que intento ignorar, el estruendo de mi caída me ensordece. Soy un derrumbe incansable que guarda en sus cimientos quebradizos, el asombro que enmascara la desesperanza de mirar atrás. Me convierto en un artesano de metales podridos, un constructor de cadenas de paja que me recriminan el olvido y la traición a la memoria que trae el silencio permisivo. Debo alejarme de lo ausente, del despido premonitorio de mi último encuentro con el punto final. Con la esperanza oxigenando el sinsentido, el cascarón roto de los trofeos auto-impuestos me...

Bitácora

Despierto. Averiado en el brío inconcluso por mantener la calma, enciendo y apago la máquina que a marchas forzadas intenta seguirme el paso. Soy un bucle de espera infinita, una montaña que al ver caer diminutas rocas en su falda, resbalándose desde lo alto, advierte el colapso inminente pero inexacto que se avecina. Respiro. Intento llenar de aire limpio mis pulmones en una ciudad sucia, pero en cambio,  encuentro las nubes grisáceas acariciándome el pelo. Intento sentir la ligereza de la sangre corriendo descalza por las venas, pero en cambio, siento sus pesados pasos calzados con botas repartiendo carencias inequívocas y soporíferas. Fumo. Lo borroso se hace natural en las ventanas cerradas, y en la continuidad del sonido monótono de las voces que gritan afuera, confundo el humo que se escapa entre mis dientes con el agua que se estrella con el vidrio y lo atraviesa, inundándome. Haciéndome perder la soltura de los brazos, quedo atrapado en el universo car...

Luces recurrentes para gymnopédies

Ya no existen para mí paredes blancas esperando a llenarse de color, ni encuentro arreglo posible para el abandono. Las puertas semiabiertas, desnudan inquietas una habitación cansada de construcciones sin terminar y al escuchar los golpes secos de las ventanas rotas, avanzo obstinado demoliendo la ausencia premonitoria de sus preguntas. Dejaron de existir las formas de las nubes en mis ojos y ahora están cargadas de lluvia, extinguiéndose bajo la luz de una estrella. Todo se esconde frente a mí y huye la luna tras el alumbrado eléctrico, negándose a extrañar lo invisible, transmutando la noche en palabras que no tienen lugar. No encuentro en este desastre los dibujos inacabados en acuarela, ni la agenda de viajes en desuso y empolvada. Se esfumó también el estruendo de los vidrios, el grito distinguible del rencor, lamentándose como pólvora húmeda que no puede estallar. Caminando lento todo se aleja, desaparecen las preguntas inútiles y las respuestas exactas. Pero el eco redund...

Ella Vuelve a Casa.

Sin detenerse pasan inadvertidas sus maniobras valientes, jugando con el miedo a esquivar las ruinas de una derrota vulgar, da pequeños saltos por las líneas de una esperanza cansada. El último cigarrillo de la noche le sirve de combustible para quemar los sueños irrealizables y marca el camino a seguir entre los cadáveres que tienen su mismo aspecto, que reproducen su mismo rostro, y proclaman victorias que parecían eternas en una promesa que la mortalidad no puede cumplir. Se quita los tacones, más por amor a la melancolía que por respeto a su cuerpo multiplicado en el desastre; siente los escombros y sus pies descalzos se identifican con los fragmentos ahora inservibles que fueron el vértice de su defensa inquebrantable, de sus derrumbes autoproclamados y de los sismos sentimentales que sabotearon su revolución. Lleva las medias rotas, y la piel sensible se enfrenta sin defensas contra el frío que no perdona ni distingue. La noche la abraza, la llena, la arrincona en su prop...