Absoluto

El absoluto parece pequeño, al mirarlo con los ojos tristes.

Rodeado de migajas eternas de locura, manchado de intenciones sin profundidad.

El absoluto se rompe a pedazos, con el retumbar de los pasos agigantados del silencio,

Molesto, rehúye de las explicaciones que pueda darle cualquier mortal.

 

El absoluto incomprendido también está triste.

Lo sé, porque al intentar abrazarlo, comprendí su inmensidad.

El absoluto es esquivo, pero no puede esconderse de los cortos brazos de la humanidad;

Resignado, aguarda. Sabe bien, que el oleaje del tiempo no perdona la fragilidad.

 

El absoluto es una incomprensión, arrollándome con sevicia;  

Bestia herida, cazador cazado, inconmensurable deseo que se filtra en obsesión.

El absoluto no sabe morir, pero se rehúsa a otorgarme la vida eterna.

Burlón bufón del destino, cansado ya de la traición.

 

El absoluto soy yo, cuando niego todo lo que soy.

Cuando sólo hay ecos en un espacio vacío y sobran preguntas en la duda principal.

El absoluto es la muerte, invitándome a definir en la oscuridad los colores que la componen.

Sabia en la quietud de la certeza, provocativa cereza que decora el pastel.

 

El absoluto es impaciente en los segundos previos.

Niño ansioso con juguetes rotos, anciana parca exigiendo virtud.

El absoluto es la acogedora invitada especial de la vida.

La vida misma improvisando en la crueldad, un bien ensayado verso de bondad.

 

Es siempre esclavista, al mirarlo con ingenuidad.

Siempre revolucionario, en sus formas de enseñar.

Es siempre infinita, su capacidad para amar,

 Siempre atroz, su amor que mata, porque no hay otro final.

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