Tormenta
La tormenta se acerca.
Y yo la espero.
Pacientemente.
Casi, ansiosamente.
Tiene mis mismas ganas de
destrozarlo todo.
De arrancar los árboles.
De romper los cimientos de las
circunstancias.
La espero con cerveza.
Atormentado. Atontado.
Con ganas de llorar.
Conteniendo las lágrimas que la
alimentan.
Sosteniendo palabras en el filo de
los labios, para susurrarle al oído.
Que todo está bien.
Que puede llevarme
Llevarnos.
Que la vida pasa.
“Como pasan las cosas que no tienen mucho sentido”.
Como pasan los plagios.
Como pasan los días.
Repetitivos, constantes.
Infinitos y pacientes.
La espero con dos preguntas.
Divina tormenta.
¿Qué prosa tiene la inmortalidad?
¿Dónde la guardas con tanto recelo?
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