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Mostrando entradas de 2014

Palabras Sueltas

Tortura, eso era verla cada día más cerca, como si pudiera unir dos decisiones mal tomadas y unas gotas de sudor que se derraman por la espalda. Infierno, eso era sentirla en su olor medio rancio y medio dulce, ese olor a mujer real, a equivocaciones selectivas en el fondo de los vasos de cristal. Cueva, era mi vida una cueva sin mayor luz que la propia, ya tan malgastada con el tiempo que no pasó y las noches de renta. Cielo, era salir de allí corriendo, saltando, gimiendo, demostrándole al mundo que el suicidio era una valentía reservada para los grandes. Cobardía, en las manos, en los párpados, en las afinidades que se derraman con calma mientras hablan del destino.  Excusas, no tenía ni quería, no existían   siquiera en sombras, en avellanas pardas que se queman en el socavón. Palabras, me sobran, le sobran, nos desalientan de lejos y nos unen en un siempre distinto, un nunca constante. Infierno, es la cercanía gastada, el fuego tibio y los ojos cansados. Miradas,...

Verdades a Medias.

No tengo tiempo, ni gritos, ni ganas de llorar; No tengo recuerdos lindos que se borren por azar. No tengo botas rotas que amenicen el camino, No tengo vacío en el estómago, solo tengo frío. No quiero pensar que detrás de usted se me fueron las palabras, Ni quiero escribir para que digan que estoy perdido. Recordar sólo duele en horario de oficina, Pero duermo en las noches con alguna medicina. No me he enamorado, no he tenido oportunidad, Digamos que me muevo como me enseñó a andar. Digamos que lo único podrido es el almuerzo de la tarde, Digamos que se fue y que todo siguió igual. Déjeme tirarla lejos, déjeme dejarla ir, Déjeme matar lo que era bueno, Déjeme guardar lo que la obligó a huir. Olvídese de las sonrisas, olvídese de mí, Que de las escenas bajo la lluvia solo le quede el barro entre los dedos, Que de las comidas solo las cuentas, que de la madera solo el aserrín; Clausuremos las vísperas, embauquemos al diablo; Obliguémo...

La veritá del Viejo.

El único momento en su vida en el que se sintió asustado fue cuando se le acabaron las palabras. Ya hace tiempo se le había acabado la imaginación y la imaginería, las cabalgatas lúcidas y los bailes frescos; Hace tiempo ya había botado por falta de uso su corazón, su hígado y sus pulmones, pero no su boca, esa era preciada y ahora ya no le servía más. Su lengua, antaño intrépida y musculosa, aventurera nata y saltarina sin fin, ahora se encontraba lenta, tiesa, quieta y triste. Sus labios, siempre corriendo, siempre haciendo correr, hoy ya no podían mover el viento para soplar desventuras pasadas ni fantasmas oblicuos; era la debilidad de las tildes, la franqueza quebrada de las comas al final de un párrafo y la hipocresía de los puntos finales a mitad de la oración lo que quedaba, lo que le dejó La Veritá. Había gastado su vida en conversaciones profundas, en palabras pausadas, en desconocidos infinitos y sonrisas a desnivel por encima de sus zapatos. Había vivido feliz ...

Movimiento.

Cuando calló la última hoja del árbol ya no había verde, ni café, ni blanco; no había sonidos estorbosos ni pensamientos repentinos. El viento, pesado en su rapidez indiferente apenas podía tocar las mejillas rojas por el frío que se esforzaban por mantenerse quietas mientras el cuerpo, como revelándose, temblaba de vez en cuando. Primero el dedo medio de la mano derecha, luego el hombro izquierdo, la espalda, una pierna, el pecho, los párpados; cada parte se estremecía independiente, rebelde, fugaz y obstinada de la muerte que representaba la quietud. Quería que su cuerpo fuera un espejo burlesco del movimiento infinito del mundo, de la rapidez del tiempo y la falta de estática en los ojos de los demás. Tenía la plena certeza de que solo en la completa falta de movimiento se escucharía gritando sin necesidad de mover los labios y entendería esa virtud que la gente había llamado amor y que ella conocía como tristeza. Estaba cansada, hastiada de la repetida serie de pasos que...

Agárrate.

Agárrate fuerte de lo que sea estable, monótono, encadenado. Agárrate de lo que no tiemble, de lo que no llore, de lo que no cambie; Agárrate y no te sueltes que te llevará el viento, la locura, la inimitable perseguidera de la hijueputez que llevas dentro. Agárrate de la esperanza y las buenas intenciones, permítete amar si te dejan, follar sin quejas, cargar llantos ajenos por caridad. No te sueltes a la realidad sucia y llena de polvo de la gente que cambia sus amores por dildos baratos, por besos de encaje y cocaína al por mayor.  No abras los ojos, sueña, mira el sol en las mañanas y deja de lado la polución maldita de las tristezas que embargan corazones rotos. Déjate llevar por las sonrisas efímeras y no por las marcadas arrugas que deja la nostalgia en un rostro amable, déjate caer en las ayudas humanitarias que a nadie ayudan, en el agua que se envía en aviones y que no quita la sed, en las ganas infinitas de hacer algo por alguien sin que signifique mayor esfuerz...