Carta a los Amores Muertos
Me
gustaría matarla mientras duerme, clavarle un cuchillo en la garganta y detener
sus ronquidos miniatura y sus sueños color pastel. Me gustaría taparle la boca
y drenarle la vida mientras cierra los ojos, mientras llora, mientras me limpia
las sábanas de tanto amor, de tantas ganas sin respuesta, de tantas respuestas
sin disfraz.
Sigo
pensando en acariciarla hasta dormir y verla durante horas respirar y
sonreír en la almohada, desnuda. Sigo pensando dejarla ahí, prenderle fuego a
la habitación y cerrar la puerta con un candado que no pueda romperse, bloquear
las ventanas para que no pueda saltar. Quemarla, matarla, destrozar cada
rinconcito de su cuerpo donde me sentí tan seguro, donde vi al mundo entre sus
senos y entre las aureolas color vainilla que mostraba sin placer. Quiero que
grite, que se ahogue en la sangre o en el humo, que la devore el colchón y que
lo primero que vea al abrir los ojos sea una carta pegada al techo con mi letra
que diga “La amé”.
Quiero
que sepa en ese segundo insensible que le amé como a nadie y que se merece más
que esta vida. Quiero que entienda que la garganta solo deja de pasar el oxígeno para dejarnos
respirar. En la mitad de la habitación en llamas espero sonría cuando su
piel se inmole y las llagas se exploten en las paredes donde un día, le
arranqué el abrigo de lana y la camisa azul pastel.
Me
gustaría matarla de amor, pero de amor nadie se muere; me gustaría clavarle un
libro de poemas inéditos y que fuese el llanto el que la ahogara. Me gustaría
cerrarle los ojos con mis labios, abrazarla y decirle al oído que el mundo está
bien, pero no. Voy a darle mi regalo más egoísta, el más simpático, el más
sensato. ¿Y yo? Yo me quedo acá, recordándole al mundo lo bella que fue, lo
inmortal que pudo ser, el amor que le tenía.
A veces el horizonte más hermoso merece ser inmortalizado antes de ser infectado por los colores absurdos del mundo! (Me encantó este escrito)
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