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Mostrando entradas de junio, 2014

Acompañantes

Vuelves, una vez más, como una broma sin remedio que se empeña en sonreír. Te acercas, estás sola, casi por completo desnuda y llena de ropa que no te va. Gritas, siempre lo has hecho, con esa voz dulce como el acero y carrasposa como las rocas del acantilado donde me empujaste un día para mostrarme el cielo. Susurras, despacio, agitada, sin hablar. Gritas tanto que solo yo en un eco puedo escuchar tus susurros desesperados, tus sueños inconclusos, tus desilusiones forzadas y tus ganas infinitas de callar. Estás sola, y aun así vienes acompañada de una cohorte de soldados de tela y sal. Algunos van forrados con terciopelo como tus manos, otros pintados de gris como tu luz. Estás sucia, con la piel perfectamente limpia y el cabello brillante, estás sucia, pegajosa, destruida. Estás desesperada, pero solo yo lo sé. Me odias por saber lo que sabes y querer lo que quieres, por ser una sombra molesta, una vista intrépida y un borracho sin fin. Me odias por mis deseos insulsos de am...

Sonrisa en Eco.

Siempre fui un niño extraño, un hombre diferente con ideas discordantes. Más alto, más bajo, más gordo, más flaco. Algún día me medicaron para ver felicidad donde no la había, para rezarle a una cruz sin madera y a un dios sin vergüenza. Tuve pocos amigos, pero cada uno de ellos valió por un millón. Jugué ajedrez mientras alzaban pesas, leí a Voltaire mientras los demás pateaban pelotas de aquí para allá. Fui, soy inmaduro, mal educado y pesimista. Me expreso mal y casi siempre soy seco, quieto, distante. Soy un poeta que no rima y un amante estupefacto, a veces me voy del mundo unos días y otros no salgo de él para ver las nubes. Le grité al mundo mil veces y fui mudo la mitad de mi vida, como una tortuga que quiere ir más lento porque tiene afán. Soy una acuarela que no pinta y un sueño despierto a base de cuentos infantiles. Un nostálgico y un terco, un molesto nerd sin respuestas y un mentiroso que quiere creer que la verdad nunca fue suficiente. Soy lo que quería ser y ...

Para Ella.

Hoy no quiero pensar, no quiero extrañar, no quiero vivir el presente, no quiero soñar el pasado. Hoy no quiero llorar por dentro, no quiero reír por fuera; hoy no quiero nostalgia, hoy no quiero tristeza.  Se va, se fue, se me va, se me fue. Físicamente más lejos nunca va a estar, físicamente ya no podré molestar. Físicamente despertarme ya no puede, físicamente ya no escucho sus gritos, sus palabras, sus lloriqueos de héroe consentida. Pero aún me despertará, seguramente en la noche, seguramente en silencio. Aún me hablará, ya sin palabras más que de vez en mes. Aún sentiré las caricias que no nos dimos, los golpes en juego en un desayuno a distancia. Es distinto, tengo miedo, tengo fuego, tengo llanto que no sale y palabras que no están. Tengo su foto y mil doscientas formas de encontrarla, de hallarla, de acercarla como con una cuerda para esperar que nunca se pueda soltar. Hoy no quiero dejar de escucharla, hoy no quiero rezar, pedir. Hoy no quiero querer nada más...

Pupilas que Engañan

Esta es una confesión a gritos que se rasgan, un secreto transparente y sucio, un sinfín de significados vacíos y significantes completos. Esta es una carta a la nada en forma de sonrisa grande y colores dispersos, un juego sin ganador y sin podio, una oscuridad que sólo se alumbra con letras anónimas.  Estas son nubes que no sostienen y son amorfas, esto es lluvia de tinta inexistente que mancha los ojos y ensucia la mente. Esto es incitar, pedir, gritar. Esto es cinismo y amor al arte, al caos. Somos un placer culposo de coincidencias que volaron, que no son aves en el cielo ni estrellas celestes en un amanecer turbio. Somos lo que no fuimos y lo que nos faltó ser. Lo que somos ahora resume los besos que se dieron los huesos, los golpes, la saliva, las ganas de llorar. Somos felicidad enlatada y en conserva, silencios incómodos y conversaciones intensas. Estas letras son la inseguridad de los sueños interrumpidos, el miedo de las pesadillas a media tarde, el eco de las v...

Recortes.

Un sueño que sin despertar abre los ojos, como un vacío que no existe y se prolonga entre las nubes. Una quemadura antigua, profunda, llena de gérmenes que se contraen con la risa y con el llanto, con la memoria y el olvido. Un montón de ideas que se suicidan una detrás de otra mientras bailan, un río de balas que no se disparan y chocan sin remedio contra los cristales. Un sueño que no se duerme, una sensación que no descansa, una manzana que se pudre en recuerdos infantiles y una sonrisa plácida llena de felicidad finita. Sabemos que es finita, sabemos que se acaba, sabemos que se  va entre los dedos y que no importa qué tan duro se tome, ella terca se esfuma como una falaz sinfonía sin remedio. Sabemos que no dura y ya no importa, sabemos lo que es y con eso basta. Basta con saber que se sintió una vez, el corrientazo en los labios y la quemadura en la piel. Basta con sentir el rugir del pecho que no se calla durante la noche, la voz quebrada que no se evade ni se compo...