Días de días.



Hay días de días, donde el sol no anuncia el principio y la tarde no llega al morir la mañana; días sin noches oscuras ni luces ficticias, sin lunas alegres ni brillos fugaces. Hay días sin viento que sople, sin frio que llene las quemaduras del sol; y hay días sin dolores leves y continuos, como la vida, cuando se llena de peso y pierde razón. 

Hay gente que se pierde en los días que pasan, en las noches en vela detrás del Tv. Gente que corre despacio para ser alcanzada, como la cebra que se resigna, o el suicida cobarde que se hace matar. Hay gente que se va muy lejos, gente que alcanza los días que vienen y no los dejan venir, algunos que se tragan la vida sin penas, otros que les duele pasarla despacio, y se angustian siempre por los resultados de su ecuación. 

Hay años de años, cortos y largos, anchos y tristes, explosivos, implosivos, poéticos, patéticos. Hay años de 12 meses  y personas que duran un año, personas que duran un beso, a veces inmortal, a veces pendenciero; Hay años que se llevan consigo mentiras importantes, hay otros que traen despacio la lástima que lastima, las arrugas que engañan, la desabrida sabiduría que ya a nadie importa, que ya a nadie toca. 

Hay noches que solo traen mosquitos detrás, que no envuelven a nadie, que no sueltan disparos, que no chocan distancias. Hay noches sin luna que no recuerdan historias, que no gritan alto, que no saben de usted. Usted que no sabe de nada, que no retiene nada, que no se deja ir como se van los días, que no es inmortal como las pesadillas, que no permanece como recuerdo, ni como cuento, ni como historia, ni como usted. 

Hay amores que duran más que el amor, personas que no duran al destapar el telón. Luces que no alumbran los sonidos que inquietan, como palabras que no responden preguntas discretas, como la pérdida de tiempo que representa pensar en clichés.

Aquí no se esconde el tiempo perdido, ni lo que ganó cada quién con los fracasos ajenos. Aquí no quedaron los minutos prestados, ni los “ojalá” marchitos; aquí solo hay un derrumbe constante que ya a nadie sorprende, uno de falsedades selectivas que quisimos volver realidad.

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