La generación de los desórdenes.


Asesinos de lo perdurable,
Buscadores incasables de inmortalidad.
Dueños de una nada ausente e inestable,
Desposeídos reclamantes de dignidad.
 
Bebedores de nostalgia en busca de las pequeñas cosas,
Cazadores de ángeles para robarles su paz.
Aves incapaces en el cielo y en la tierra,
Abono indispensable en la hoguera de justicia social.
 
Madera seca en un mundo que se incendia,
Miedo entre los poros grasientos y difíciles de limpiar.
Péndulos de decisiones reversibles,
Que devoran el tiempo, que engullen horas, que cierran los ojos para no pensar.  
 
Soñadores sin sueños que dibujan futuros nítidos,
Avalancha precoz de revoluciones que buscan la paz.
Artistas sin arte masturbando políticos.
Exploradores de la bruma que domina una interfaz.
 
Están ahí, confundidos y rotos en pedazos pequeños,
Uniendo sus piezas en un rompecabezas sin fin.
Están aquí, envueltos en terror, vomitando nubes de cloro,
Confesándole tristes anécdotas a un arlequín.
 
Negacionistas de la felicidad, pero entusiastas del deseo,
Poetas de la metamorfosis ajena, pero estáticos blasfemos.
Desahuciados del tiempo imitando la vida,
Pero redentores de monstruos que el perdón oxida.
 
No existe el “somos” y no son los nadies,
No existe el “fuimos” y no lo serán.
Dirigiéndose a ningún lugar en un tren sin estaciones,
Van los indecisos niños rotos, fingiendo que no morirán.
 
Fingiendo creerse invencibles, avanzan en cada derrota,
Resignados a ser el residuo de otra decepción.
Conscientes sólo de las oportunidades perdidas,
Seguros únicamente de cada contradicción.
 
Payasos enamorados de su propio reflejo,
Abrazando lo inevitable, pero negándose a escuchar.
Víctimas idiotas de la deformidad de nuestro espejo,
Que esparcen veneno donde hay que luchar.
 
Desdentados emocionales,
Tomando fotografías descomunales.
Queriendo demostrarle al mundo,
En un vídeo moribundo,
La felicidad que exige el lugar que habitan.
O el silencio tímido que esconden, cuando gritan. 
 
Espectros virtuales de frases cortas,
Cuerpos etéreos sin reclamar.
Con lágrimas pintadas y con venas cortadas,
Con metáforas que aprietan sin asfixiar.
 
Dueños de los malos tiempos.
Señores de nuestro tiempo.
Incapaces de detener el fuego,
Ansiosos por arrojarse en él.
 
Dueños de la catástrofe constante,
A veces.
Nativos de este desorden de instantes.
Sin fin.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Lo que Aguanta un Diciembre sin Sombras.

Luces recurrentes para gymnopédies