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Mostrando entradas de 2023

Llegar en Ocaso.

Llegar en el ocaso es llegar sin que se haga tarde, pero lejos de llegar temprano. Son las luces tenues que recuerdan una brillantez pasada, es la madera ardiendo que va dejándose ganar del humo y que calienta lo suficiente y nada más. Es llegar al cierre, sin que nada cierre aún. Es ese espacio de tiempo suficiente para entrar fugazmente en la vida de todos y hacer un saludo corto sin profundizar. Es la premonitoria muerte junto a los preparativos de huida. Es el espacio justo entre el anuncio del héroe que claudica y el silencio que precede los aplausos de la despedida. Y llego en el ocaso, cuando el frio no es intenso ni el calor molesto. Cuando todos son ya viejos conocidos y cansados; cuando se vuelven renuentes a conocer más.  Llego entre la espera de los impacientes que expectantes observan la puerta de salida, entre los confiados que se acomodan en sus sillas porque saben que saldrán al final. Llego en la entrada tímida de la muerte, cuando ésta no se asienta aún. Cua...

Ejercicios Evidentes

En una pausada cadena de explosiones, Mi voz se reinventa con la onda explosiva. Siento que se desintegran nuestras intenciones, y se revela despacio todo aquello que no está.   En el entredicho más allá de lo evidente, me susurran las partículas de los pequeños cotidianos. Y escribiendo confesiones estériles, rechazo las redenciones, las pausas y las correcciones.     Aferrado a una historia sin evidencias, el sinsentido recurrente de repente se equivoca. Y busco en un abrazo suplicante y rígido, un subjuntivo que atenúe las diferencias; O un sueño que se parezca a su boca.   Intento alcanzar las estrellas que me miran desde lejos, enganchado bajo la lluvia a los trozos tristes de su reflejo. Mojando el cielo con promesas medio rotas, volando a ras del suelo, escondiéndome del sol.   Sonrío inquieto a las nubes que parecen ser mis sueños, delimitando el espacio indiferente que me aleja. Invisible en el camino que golpea la tormenta, despreocupado del destino qu...

Una lista infinita

 Intentarlo una vez más y caer; limpiar las heridas, hacerse el fuerte, vencer. Aun cuando todo se torne borroso, caminar; aún con el dolor persistente en la planta del pie, no parar.   No detenerse a pensarlo mucho; ni respirar profundo al mirar al vacío. Pasar por alto el abrumador silencio; Apresurarse a huir, no detener la marcha.   Negarse a ceder espacio, mantenerse firme en una línea de defensa inquebrantable; Convencerse de una victoria pírrica en contraposición al desastre. Afirmar en voz alta las intenciones que habitan repetitivas en el esfuerzo, Silenciar las voces intrusivas que ahogan la luz en el luto sobrepuesto.   Crecer sin medida y sin objetivo, crecer en un continuo y colapsar. Volar sin rumbo establecido, atravesar las nubes y chocar. Cavar muy hondo hasta encontrar el centro, Desenterrarlo todo hasta los cimientos.   Secarse las lágrimas antes de que caigan al suelo, que las absorba el cuerpo de n...

Aroma (II)

  Aparece de repente, frecuentemente y sin invitación. Como si fuese una idea cansada de las vueltas propias de la rumiación, se asienta en el rincón más alejado de la cabeza con la intención de pasar desapercibido, pero fracasa miserablemente. En los mismos rincones donde reposan las filosas memorias de los malos tiempos, se desfigura indeciso entre la invasión y la coexistencia. Conoce bien los riesgos de hacerse plenamente presente y le rehuye a la aparatosa cadena de acontecimientos que se desligan de los ataques de pánico que me provoca.  Está en mi cabeza, únicamente, aunque no sé por qué.  Se mantiene sin nombre, sin una hoja de ruta concisa, negándose a tomar forma y dejarse aprisionar. Lo siento en la piel, correteando como una pulsación, engañando a los demás sentidos. A veces denso, personifica una bruma que cubre los ojos desde adentro, como un homúnculo perverso que quiere cegarme. A veces sutil, simula estar fuera, susurrando desde la habitación contigua un ...

Infinito (Me Gusta II)

  Me gusta cuando se atreve, cuando sin previo aviso, me mira a los ojos y baila. Me gusta cuando, bailando, atraviesa el umbral que nos separa del infinito, abalanzándose segura hacia la nada, revolviéndose, chocando con las mesas, con las sillas y con los obstáculos inmateriales de la vida que nos junta y los traumas que nos separan.   Me captura con un estruendo los labios, me dice que lo entiende y chocando violentamente con las resoluciones fallidas, se abraza con valentía a una promesa representada por un juego infantil de miradas.  Parece invencible en su desnudez expuesta y confiada.  Acostada, cierra los ojos con las manos arriba. Aquella que fuese la señal de rendición imperecedera de los imperfectos que habitamos la tierra, es para ella un inequívoco grito de victoria que señala verdades marcadas en su piel.  Me gusta porque la encuentro imposible y me excita el recuerdo táctil que me acosa.  Me atemorizan sus besos húmedos, pero más aún, la perp...