Motivos.

Me sobran los motivos para mostrarte la salida,

Para arrojarte en la espalda una diatriba;

Y enviarte de vuelta con una merecida retahíla de fracasos.

Para que no vuelvas.


Pensar que puedo expulsarte es un imposible, lo sé.

Pero sólo con imposibles puedo cerrar esta herida abierta,

Evitar que me infecte y me arroje al suelo,

Que me aplaste con el peso del mundo bajo la presión de tus pies.


Eres una obsesión desmejorada que se materializa sin aviso,

Que se aferra a los hilos sueltos de mi memoria magullada.

Que no me suelta.


Como una catedral, te conviertes en ícono vetusto y exagerado del pasado,

Llenándome de solemnidad las noches,

Atrapándome en un recuerdo engañoso de mediocridad.


Y durante meses puedo creer que eres invisible.

O que incluso has muerto al fin.

Me sobran los motivos para dejarte enterrada,

Para dejarte ir.


Pero las obsesiones, como las tristezas, sujetan fuerte mi garganta,

Se filtran como alquitrán entre los dedos;

Cada tanto, cada siempre.

Para rasguñarme el alma con tu voz.


Entonces me obligo a invocarte.

En un bucle constante,

En un ritual maltrecho.

En un inacabado beso de despedida.


Me sobran los motivos para olvidarte, sí.

Pero el reflejo muscular de tu labio inferior temblando cuando besas,

Se agarra fuerte, y no se va.


Y me sobran los motivos para alejarme, lo sé.

Pero el frío que convierte tu respiración en vaho,

y el aliento anisado que besa tus palabras;

No se va.


Y me sobra el hastío de recordar,

Precisamente esas palabras,

Precisamente esa noche sabor aguardiente,

que terminó con todo.


Pero no me sobra tu cabello desordenado por el viento.

Ni me sobra tu vestido corto que juega con tus piernas largas.

Porque no me sobra ni un solo segundo de la última vez que te vi.


Entonces el ritual funciona, y te veo aquí.

Pero cada instante de este remanente es un despropósito,

Y en mis intentos fallidos, te encuentro reticente,

Envuelta en emociones cansadas.

Desgastada.


Destruyes por unos segundos mi vida y te retiras.

Allá donde no puedo encontrarte, donde no puedo borrarte.

Donde no puedo tocarte, ni olerte, ni hablarte.

Donde no puedo gritarte que te necesito,

O que me dejes en paz.


Allá, en la víspera de una realidad rota,

En el puntaje acumulativo de nuestras pequeñas cobardías,

De nuestras malas decisiones.


Allá donde un huracán repleto de ilusiones,

Transitorias pero atemporales,

Me impiden alcanzarte.


Allá, donde anhelo abrazar una imagen tuya,

que se niega a irse sin un adiós.


Me sobra todo, y me dejas todo de cabeza.

Todo al revés.


Se desvanecen las certezas y las seguridades me flaquean.

Soy un murmullo indistinguible de rechazos,

Un balón inflado de frustraciones que quiere desaparecer volando.


Pero el oxígeno no me alcanza

Y me pesan los pies.


Me sobra el cuerpo y los motivos para quedármelo.

Porque toda pesa.

Ya no existes.


Me sobran los motivos para caminar hacia la salida.

Porque sólo queda el dolor que dejaste colgando en mis costillas.

Y las palabras sin terminar, que, sin punto final,

Usaste como huida.


Sin cierres, sin candados, sin ceremonias de despedida.

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