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Mostrando entradas de 2017

Salvarle la vida a un suicida.

Dejé de creer que era importante salvarle la vida a un suicida. Lo hice aún sabiendo que no hay vida que valga más que aquella que conscientemente quiere acabarse, lo hice sabiendo que las lagrimas de los que quedan no compensan las lágrimas que ahogaron al que se fue. Dejé de tirarle sogas a los náufragos de mi vida, resignado vi cómo morían los que se resignaron a morir, y en la apología de la muerte que todos aceptan, entendí que ya todos estaban muertos antes de decidir que salvarlos no era tarea mía. Acepté sin remordimiento que los adictos necesitan jeringas y no cariño ni comprensión. Recalculé las veces que una sobredosis se llevó algún amigo y recordé los ojos desorbitados de las mujeres que me amaron sin saber mi nombre, que se fueron sin haber llegado y me dejaron allí donde todo empezó. Encontré en los recuerdos que escondí por vergüenza, la fuerza de las palabras que cobardemente utilicé para construir una mentira. Escarbé en la falange amenizada de admiración que...

Fragmentado

Estoy fragmentado, totalmente , irremediablemente. Roto de las cosas que nunca pasaron, de los concursos fáciles que nunca gané, de los juegos felices a los que no me invitaron. Estoy roto, roto de amar profundamente la superficie de las mentiras que me contaban, de buscarle un significado a la sonrisa prófuga del desazón que me marcó. Estoy fragmentado en el odio desmed ido hacia las cosas simples de la vida, roto a un nivel interno, desprendido de las ganas de recorrer un mundo que no entiendo, secuestrado en la desconfianza, en el sin sentido que une la vida pobre de todos los que son mejores que yo. Roto, roto de ver cadáveres que no provocan tristeza, roto de sentir que no siento nada, roto de buscar pupilas excitables detrás de los párpados de alguien que ya se fue. Rotos tengo los dientes de los demás cuando se estrellan con mis ojos, desgastados de una felicidad obligatoria que no promete nada y que nada da. Estoy roto de las ganas que tuve de ser mejor persona, r...

+Cotidiano+

Todos los días despierto en un colchón hecho de gente muerta, de la que conozco y de la que no, de aquella por la cual pude hacer algo y no hice, y de aquella donde algo hice y no funcionó. Me despierto y aparto mi cabeza de la almohada rellena de ojos excitados, condenados a estar abiertos hasta que se les haga justicia, obligados a no parpadear por si alguien se atreve a sostenerles la mirada. Despierto quitándome las sábanas de encima, pesadas como los huesos rotos que nadie ayudó a sanar, que no tienen condenas ni culpas. Despierto sudando por las cobijas creadas con el cabello de las niñas que ya no crecieron más. Desayuno con las noticias de la masacre de moda, contando las cabezas que ya no pertenecen a sus cuerpos, buscando sonrisas en los dientes ensangrentados que ya no tienen labios que los cubran, en una obra surrealista de carcajadas de violencia desmedida. El café que me despierta lo cultivaron campesinos muertos, con familias muertas, en campos muertos. Sabe a m...

Ruido

El ruido parece llegar de todas direcciones, bombardeando los oídos como el taladro que penetra una pared y deja caer el polvo  que opaca el color de cualquiera que sea el objeto en el que se pose a descansar. El ruido no cesa, no disminuye ni aumenta a pesar de los gritos y las súplicas, no comprende llantos ni razona con los argumentos que chocan con él y caen sin respuesta. El ruido no proviene de un lugar específico, algunas veces, al levantarse, lo escucha entre las paredes de la habitación danzando por las tuberías escondidas que se pudren en silencio con los años. Otras, ve palpitar el suelo como reflejo del insoportable ruido, que se escapa al querer pisarlo, al acercarse a él. Cuando se sitúa en el techo, el ruido parece fuera a derribar el concreto, sin ningún tipo de violencia lo exaspera y cual gota que penetra el asfalto con paciencia, se sitúa en su espalda cuando la busca, y frente a él cuando cierra los ojos desesperado, queriendo escapar. El ruido se ha si...

Los Culpables

Suenan estruendos que quiebran los ojos y abren a media luz los párpados. Cansadas marchan las flores sin mirar, sin oír y sin estar; Todos hablan sin pronunciar palabra, culpables ya de crímenes ajenos De una marcha inacabada en un camino sin terminar. Inocentes son solo los que aquí no nacieron, Alejados aquellos que desaparecen por estar despiertos y querer hablar. Terroristas todos los que disparan de rabia metrallas de aliento; Egoístas solo quienes en infortunio, piensan en los demás.   Se vive de balas perdidas que conocen las direcciones exactas, Se mueren de miedo todos los valientes que querían cambiar. Y los ciegos firman cheques en blanco para pagar deudas ajenas, Y los muertos cuentan historias que no saben acabar. La piel se convierte en un libro sin letras lleno de historias, Los golpes son los capítulos que se dejaron manchar. La resistencia es una metáfora para el olvido, Y la resignación es un plato que en este país se embu...

Los Tonos Equivocados.

Un continuo pendenciero y resistente a los sueños, cotidiano en lo íntimo y sonriente en lo público. Una máscara hecha con los mismos gestos, los mismos rasgos y las mismas penas del rostro que quiere ocultar. Somos sombras intentando iluminar vidas ajenas, luces apagadas que no pueden encender su propio corazón.  Una incertidumbre, una espera inagotable absuelta de alegría y disoluta de tristezas. Bohemia como grito de revolución mundana en un campo de huesos a los que les falta carne, en un río de seres humanos a los que les falta valor.  Una suma sin objetos y sin resultados enteros, estamos en la época de la ambigüedad.  El ambiguo de lo que se odia tanto como se ama, de las partes descompuestas de nuestra capacidad de amar. El ambiguo de correr en una carrera de ratas queriendo ser un águila que no lastima, un león que no come carne, un ser humano que no daña a los demás.  Es la forma indecente de ser correctos, la podredumbre bañada en sonr...

Fórmulas de Tratamiento para la Sinceridad.

Mi historia con usted comienza con un saludo a medias y un par de miradas sin interés evidente. Continuó sin futuro, como un no nacido y malformado al que se quiere por necesidad. Continuó también como una incipiente forma de contactos divididos entre su capacidad para mantener la reserva sobre cualquier tema, y la mía de no preguntarle sobre ninguna cuestión. Como si fuéramos ambos conocidos de toda la vida y no necesitáramos preguntar por los más sencillos temas de todos los demás. Como si saber sobre sus amigos o los míos, sobre sus amores y mis rencores no fuera interesante ya, a una altura de la historia que se encontraba entre la falda más baja de la montaña y el pico más alto del desbarrancadero donde podríamos resbalar.  Se convirtió, de repente, en una confianza sin palabras y una confidencia sin información. Se convirtieron los sonidos en canciones que no sabíamos tocar, en un concierto donde los espectadores no esperaban nada, y nosotros, dependiendo del día, so...