Matar a Tiempo

Quisiera recordarte como un rayo de luz en una sombra constante,

quizá en una conversación interrumpida por el sonido distante,

de un barco que huye con las esperanzas restantes de esta inacabada ficción.

 

Cautivarte, quizá rompiendo silencios al advertir el desastre,

quizá amando algún defecto escondido en el estante,

o evitando materializar un miedo olvidado en un rincón.

 

Quisiera escucharte, herirme despacio con tu voz cortante,

quizá buscarte, como a un silbido que escapa al viento en un instante;

Callarme, dejar que tus palabras sean nuestra revolución.

 

Convencerme de un ideal que derrote mi cobardía,

Dejarme llevar por la intención que intuía,

O por tu danza ilusoria, que anticipa la acción.

 

Pero esto es sólo una elaborada retrospectiva,

de lo tarde que se ha hecho para una conversación definitiva;

De lo egoísta que fui al soltar un monólogo sin salida,

para ocultar el desastre que dejó tu explosión.

 

Me aferré en el derrumbe a los recuerdos contantes,

a un epílogo efímero en las emociones restantes;

que traen consigo el rezago de una provocación.

 

Me negué a dejarte en una apresurada conclusión irritante,

en esta cuarteada historia de sombras brillantes;

que sepultan en el pecho una contradicción.

 

Quisiera disculparme por el dolor resultante,

de no matar a tiempo una historia de amor errante;

enquistada elegantemente en el corazón.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Lo que Aguanta un Diciembre sin Sombras.

Luces recurrentes para gymnopédies