Las sobras.
A este hombre le acabaron las mañanas pausadas
Los cafés demorados y las duchas calientes;
Se le fue de repente el papeleo del viaje
Lo dejó el bus con destino a muy lejos,
Y no le importó más que tres tejos,
Quedarse muy cerca de la lejanía de ayer.
Se le fue el avión, junto con el madrugón aventurado
Se le fue como se había ido antes su primo y su hermano
Lo dejaron hasta las deudas desnudo en la cama
Tocándose las penas, amándose las canas.
La mujer que no había
tenido se había muerto de melancolía
Y los hijos que no parió
lo dejaron con una pensión de apatía
Le quedaban los libros de historias que no recordaba,
Las enfermedades grumosas, y las ganas de nada.
Se acompañaba entonces de un whiskey en las piedras
Pues las rocas le salían muy caras y no tenía ni cómo ni
cuando
No tenía las botas puestas ni las aves cantando;
No le ladraban los perros ni le huían los gatos
Se había quedado en el mundo pero el mundo lo había dejado,
Negándole la muerte como le negó la mano
Y sin importar cómo, trabaja de noche
Escribiendo a la luna, hablándole al viento
Gritando en su cuarto a los amigos muertos.
Mirándose al espejo tenía veinte años,
Mientras que en los reflejos se veía castaño;
No sabía si el tiempo pasaba
No tenía reloj en el hipocampo
Ni pastillas en los riñones gastados.
No tenía una sola arruga en el rostro,
No dejaba hijos, ni nietos, ni esposa, ni amantes.
Dejaba historias en la boca con saliva y miel,
Como las traiciones le dejaron, veneno en la piel.
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