Las Estrellas Muertas
La derrota
llega, quiera el alma que aguantan los pies o no.
Llega
cargada de lluvia, que se desborda y mancha todo;
Cargada de
argumentos trasnochados, de vacíos irreparables.
La soledad
se amontona, se reproduce como una paradoja.
Llena lo
que hubo de lo que no hay, espesa las lágrimas, dilata el corazón.
Dilata las
pupilas que ya no ven lo que veían,
Cierra los
oídos para que ya no escuchen más.
Y se acaban
las razones, se suicidan tres de cuatro ovaciones; la última se pierde, se
choca, se muere.
El museo se
cierra detrás de los monólogos sin escenarios ni espectadores, se desdibuja la
amistad;
Somos el
singular que da vergüenza, las estrellas muertas, la esperanza que nos brinda
lo que ya no está.
Los
párrafos se alargan como listas de errores sin terminar,
Como caminos
sin caminantes y soluciones insípidas,
Como malos
pensamientos que revientan en la cabeza,
Que se
esparcen sin promesas, que se curan con verdad.
No hay eco
en estos gritos póstumos ni compañía que valga;
Ni sarcasmo
que pueda combatir esta amargura.
No hay ojos
que gobiernen esta cueva sin entradas ni salidas,
Ni sal para
las heridas, ni banditas que demuestren humildad.
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