Incompletitud

¿Y qué pasa si ya no importa?, si después de tanto el interés no rige más los pasos, si la costumbre que precede un sinfín de actos tan banales como ridículos se pierde. ¿Qué pasa? Qué pasa si decaen las ganas y entre las sábanas ya no se encuentra abrigo, si de repente por un segundo es el vacío un buen amigo y la plenitud de las palabras que salían de esa boca ya no representan más que martirios repetitivos y oraciones muertas por un milagro que nunca pasó. ¿Y si me fui detrás de nadie?, ¿Por qué tuvieron que enseñarnos esa lógica devastadora de incompletitud desmesurada?, de naranjas a medias y virtudes banales.  

¿Por qué silenciaron el silencio mismo, la voz propia y la locura individual? ¿Acaso no fue suficiente desmembrar la poesía en vulgares remedios de amoríos semanales y prosas vagabundas para personajes de fin de semana? A dónde se llevaron los libros viejos, los olores aplastados por el tiempo, el tiempo mismo y su bella forma de matarnos a todos. ¿Qué pasó? No abandonaron los minuteros porque ya no cabían en la pantalla, nos abandonó la sabiduría por que la vejez ahora es inútil, nos abandonó el amor por que “la constancia” es ahora un producto de cocina y no un esfuerzo descomunal del ser humano por permanecer inmune a sí mismo por lo menos una vez. ¿No me cree? Busque en Google.

¿Y qué pasa si ya no importa? ¿Cuál es el delito por no pertenecer a una ONG o a una comuna de Hippies iletrados? Cuál es el problema si no me siento parte del mundo, si las sonrisas no me llegan con la despreocupación de los idiotas, si amputar esperanzas es un deporte que premia cada año con bastones gastados y niños muertos a los buenos clientes de la diversión sin límites y los videos de Youtube.

¿Qué pasó con la soledad? ¿Tanto miedo le teníamos? Qué terror debemos tenernos a nosotros mismos para tener que vivir sin siquiera conocernos la voz.  Ahora está de moda ser vegano y apoyar a palestina, odiar los transgénicos  y saber lo suficiente, no demasiado, eso para qué. ¿Y si ya no importa?  Si al final, cuando solo hay un punto donde deberían haber tres, lo suspensivo ya no es más que la terminación abrupta de una obra que no vendió su boletería; si aquellos que se mueren hoy morirían mañana y los que viven lo merecen tanto como Obama su nobel de paz; si detrás de todo ya no hay nada y lo alternativo ya no está en la periferia.

Lo aburrido ahora es una enfermedad, el silencio una locura y la tristeza un suicidio sin nombre del que se debe escapar. Hay que ser felices así nos cueste la felicidad, y sonreír, después de ortodoncia claro, lo último que se quiere es herir susceptibilidad.  La fealdad es un Karma, y ahora hablamos de karma porque lo último que nos faltaba era robarnos las creencias ajenas y violar a Buda en nuestro nirvana privado con Smartphone, vestir de colores y apoyar la paz fumando marihuana, quedándonos en casa sin salir a votar.


¿Y qué si todo lo que queda son lagunas? Si la incompletitud nos define, si las respuestas se escapan, si mi vida, como el resto, solo es una inexpresión sentida de una cadena de eventos sin ninguna finalidad, ¿y qué? ¿A quién le debo, a quién le explico entonces? A nadie, la vida como propiedad me pertenece, como bien puedo utilizarlo, como activo gastarlo, porque no tiene reembolso, porque nadie me la va a devolver. 

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