Señorita sin Sentido
Representaba el vicio bello de amar a lo que no se debe, la
ilusión partida en rodajas de pan duro y leche cortada para desayunar.
Representaba la mortaja o el vestido de los difuntos, el cántico burlesco y la
ropa sin colgar; ella era el demonio que olvidaron quemar, la bruja del
santoficio y los libros sobre bondad.
Una Prima ballerina assoluta sin entrenamiento, rebelde
desde la cintura y libre tanto como quisieron sus pies. Una belleza sin figura
que cantó estando muda para engañar al cielo, para suicidarse cada día con su
pelo, para quemarse la garganta con Gin-tonic día a día después de las tres.
Paralela entre sus curvas, disidente de un mundo que no la
quería encontrar. Asesina de amores sin futuro que le dejaron varias cicatrices
y un antibiótico viral. Cuando murió tras la puerta sin aire y sin poesía nadie
notó que su piel era el reflejo del todo y la nada de las experiencias indiscretas
de una vida libre, una vida que solo vive en letras. Ella no quería vivir cien
años, ni morir envuelta en oro, ella siempre quiso caminar desnuda, y sin ropa
también.
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