Pupilas Amarillas
Hablamos
para olvidar palabras, para encubrir verdades y sopesar mentiras. Nos
inmiscuimos en asuntos que no entendemos para darle color a un cuadro lleno de
tonalidades negras que no se pueden lavar.
Somos la
revolución absoluta de nosotros mismos, la infame guerra de nuestros pechos, la
hambruna de ideas y la falta de combustible de nuestros sueños. Somos idealistas
asesinados por el peso continuo de la realidad urbana, ladrones de esperanzas,
asesinos de confianza.
Fuimos
aventuras más allá de nuestros ojos, plurales optimistas, divorciados
amargados, realistas insípidos incapaces de avanzar. Fuimos lo que no podemos
ser y nos pesa el historial de errores que llevan los bolsillos, las decisiones
que se tomaron tarde, los riesgos que no quisimos correr. Fuimos el olvido que
seremos, la utopía del amor que no alcanzamos, la fatídica muerte accidental de
nuestros gritos.
Seremos los
escombros que nos queden, las memorias que no fallen y los tragos que no nos
pudimos tomar. Seremos la sensibilidad misma de una piedra, la mala ortografía
de una carta que no se escribió. Seremos la acumulación de nuestros miedos, la
vejez inocua de la valentía y el desgaste del amor que se nos fue.
O Podemos ser
la locura que nos llena, las sonrisas que nos queman, las abejas que no se
detienen hasta clavar el aguijón. Podemos disfrutar de la bufonesca vida que
vivimos, enamorarnos de un instante; de los errores precavidos que no queremos
cometer.
Podemos ser
la chispa que se desprende del golpe perfecto de la vida contra el acero, de los
ojos verdes y amarillos contra las letras negras, de las imposibilidades que se juntan para
construir un castillo que en el aire se mantiene y se niega a descender.
Y depende
de lo que fuimos, de nuestros olvidos y nuestras verdades.
Y depende
de lo que somos, de los besos que damos y dejamos de dar.
Dependerá
del viento, que nos junta y nos vuelve a separar.
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