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Mostrando entradas de 2018

La generación de los desórdenes.

Asesinos de lo perdurable, Buscadores incasables de inmortalidad. Dueños de una nada ausente e inestable, Desposeídos reclamantes de dignidad.   Bebedores de nostalgia en busca de las pequeñas cosas, Cazadores de ángeles para robarles su paz. Aves incapaces en el cielo y en la tierra, Abono indispensable en la hoguera de justicia social.   Madera seca en un mundo que se incendia, Miedo entre los poros grasientos y difíciles de limpiar. Péndulos de decisiones reversibles, Que devoran el tiempo, que engullen horas, que cierran los ojos para no pensar.     Soñadores sin sueños que dibujan futuros nítidos, Avalancha precoz de revoluciones que buscan la paz. Artistas sin arte masturbando políticos. Exploradores de la bruma que domina una interfaz.   Están ahí, confundidos y rotos en pedazos pequeños, Uniendo sus piezas en un rompecabezas sin fin. Están aquí, envueltos en terror, vomitando nubes de cloro, Confesándole tristes anécdotas a un arlequín.   N...

De la Pared a la Demolición.

El daño está hecho y no hay disculpas, arrepentimientos, vueltas de hoja ni forma alguna de limpiar las manchas. Miro hacia la pared , tan inamovible y silenciosa; tan distraída, tan uniforme. Veo en ella una manera de explicar los eventos que anteceden a una catástrofe, como si contándole una historia a lo inamovible , ésta dejara de parecer real o empezara a diluirse en la memoria selectiva del cúmulo de responsabilidades que no puedo aceptar. Estoy huyendo, le digo. Cansándome del mundo y buscando una salida precipitada para un problema de soluciones evidentes. Parezco una metáfora de comparaciones absurdas, una locura sostenida que deja de asombrar y que cae, un poco por un tropiezo involuntario, otro poco por la falta de razones  para mantenerse en pie. La pared, hecha de concreto y cubierta de papel gastado de flores verdes y rosas, me observa. Se agrieta sin escándalos ni monólogos dramáticos. Se burla de la escena casi grotesca que protagonizo y como la últim...

Sísifo el inoportuno.

Siempre sucede lo mismo, un enamoramiento malsano, impedido, inaplicable. Un par de sonrisas que carecen de profundidad y tres recuerdos confusos, difíciles de explicar. Siempre sucede que las palabras no son suficientes, que el tiempo pasa muy rápido y las conversaciones se enfrían, que las miradas de brillo que atisban un jugueteo inocente se transforman en una lástima recurrente que mira el reloj. Siempre sucede, que la excitación vacila y la incomodidad anuncia una marcha forzada que aborta una historia por falta de personajes valientes; siempre sucede, que los personajes, en su cobardía, aceptan la derrota predispuesta por la incontenible fuerza de la cotidianidad. Enamorarse, como cuestión implícita, es una muerte constante de ideales, un intento de suicidio recurrente, una habitación vacía. Enamorarse es cubrir con sábanas los objetos ausentes, pintar las paredes de colores vivos sin reparar las tuberías que pudren el interior. Es repetir eternamente el imaginario enferm...

Despropósitos Compartidos

Su hieratismo atrae, provoca por su inmovilidad rebelde. Al ver sus ojos, aún cuando advierto el peligro, caigo en el barranco disparejo de sus muslos, en los colores tenues y aproximaciones prácticas de su impulsiva forma de follar; me veo en una cadena montañosa en miniatura que se niega a amar, pero que no me suelta. Sobre su piel se ramifican caminos sin destino que se hunden en las piernas, prometiendo pequeñas victorias que profetizan la descomunal derrota que se aproxima. Sus estribaciones me invitan a la insalubre decadencia de verme acuartelado, despojado voluntariamente de todo lo que pueda usar en contra suya. De su boca no salen palabras que tengan estructuras lógicas, solo aletargadas diatribas contra el mundo que prenden la luz de alarma de un enamoramiento repentino, inoportuno. Bajo estas circunstancias, el olor casi imperceptible de un perfume que en la mañana penetró su camisón, se impregna obsceno en mi garganta. Quiero gritar, morder, matar. La veo más allá d...

Salidas de Emergencia.

Es fuerte el ruido que hacen las personas cuando se quiebran, montones de ellas en las calles sujetándose la boca con las manos, esforzándose por no gritarle a los transeúntes sordos cualquier verdad que les suene a mentira. Siendo el resquebrajo de las sonrisas pintadas, transmutamos la fantasía de los amores que nos traicionan, en costumbres aburridas, en horarios para amar.   Conseguimos lo justo para no dejar morir de hambre las ilusiones, lo necesario para no perder el sentido y dejar de divisar, al menos temporalmente, la desazón irreprochable de las malas compañías que aceptamos sin condiciones, movidos por el miedo profundo de no ser suficientes para todos aquellos que nunca fueron suficientes para los demás. Nos convertimos poco a poco y sin ningún afán, creyéndonos inmortales, en el reducto malogrado de una obra de caridad obligatoria, sustituyendo las conversaciones largas con frases cortas que caducan sin destino, mientras se oxida el arrepentimiento que se co...

Epístola del Fracaso.

Despierto con susurros morbosos y sucios, el alma me huele a tabaco y la vergüenza abonada en las malas decisiones germina despacio entre las sábanas. Estoy rutinariamente solo, a mi alrededor el factor sorpresa desaparece y da paso al cuadro hipnótico de la inmovilidad; no sé cuánto tiempo llevo aquí, cuantas paredes he derrumbado, ni cuantas aparecen para remplazarlas. A mi alrededor todo es blanco, homogéneo. Sospecho despreocupamente que la realidad es un reducto de repeticiones, una lucha incesante por darle sentido a los fragmentos unidos por el pegamento de las lamentaciones, un eco del pasado inamovible y del futuro inalcanzable. Sospecho, sin pruebas para confirmarlo, que la inercia es una fuerza más grande que el amor y veo además el desgano matutino que enmascara mi café, como el síntoma primario de una derrota preparada con antelación. Reconstruyo mi historia sin estudiar el pasado, masturbando las buenas intenciones de los demás, regalándome afirmaciones necesa...

Repeticiones

Convertido en el ápice de la antipatía emocional, me siento espectador de una película antigua que tiene lugar en el futuro. Veo la precisión de sus predicciones y me fascino por la incongruencia de la mirada positiva que me venden del mundo. Veo repetirse frente a mí una escena desprovista de actores, en blanco y negro, mal grabada. Un edificio sin terminar y que nunca abrió sus puertas ahora se enfrenta al derribo; no hay nadie que llore, nadie que proteste, nadie siquiera que presione el botón y haga volar las grietas en fragmentos que, como cicatrices, muestren la historia no contada de la tristeza contenida por el peso muerto de una estructura inmóvil. Es una metáfora del cuerpo, de todos aquellos que no gritan, ni buscan ayuda, ni parpadean ante la inminente llegada de una muerte vulgar, que se llevará el vulgar cuerpo del vulgar espacio que ocupa. Me veo al espejo como el resultado negativo de una ocupación mal planteada, una clausura a la cual no le dieron oportunidad de ...

Desmemoriados

La tormenta de mentiras en que se convirtió el mundo es solo el insignificante resultado de una historia que nació antes de que pudiera darme cuenta y que ahora temo, bajo la lucidez esquiva que intermitentemente me acompaña, no me dejará hasta el día que decida dejar de respirar. -           Sí, hablamos de decisión. Último acto de libertad en una necia suma de responsabilidades injustificadas pero manifiestas. Si pudiera situarme en un momento nítido del pasado , para desde allí avanzar y disipar la niebla, este ejercicio de tortura voluntaria sería innecesario. Sin embargo, a pesar de los esfuerzos repetidos, constantes y meticulosos, el aplastante fracaso me sacude una y otra vez, profético y necio ante las nauseas que anteceden al vómito desmemoriado de mi presente constante. -           Es como si me despertara cada día en el último centímetro de un camino unidireccional que tien...