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Mostrando entradas de julio, 2013

Alma y Cuerpos.

El viento dice que de noche se enturbian las tristezas y se mezclan con nostalgias robadas, como por entre las rejas el alma se sale a pasear encabronada con la vida por no merecerse la muerte, amante de partidas eróticas inconclusas que termina en su mente sin mucho placer, haciendo caso omiso a la pertinente luz roja y suicidándose en un suspiro se retira por las cortadas de la piel. Hace mucho no sabe el cuerpo que fue del alma, si se escondió en la botella sin etiqueta y con olor a peste, o en la mitad de un filtro se embutió en la nicotina y se escondió de la vida para no verse así misma enamorada, se drogó en la cueva de Platón para clavarse los párpados etéreos y no ver nada, para tragarse las ganas en la mitad de una cita,  como se van de noche las luces de un orgasmo premeditado y con lágrimas negras  se secan las palabras de perdón; no, el alma no quiere querer y por hacerlo se fue, abandonó un cuerpo a su suerte, lo dejó en la banca alta con las piernas bajas, ...

No lo hay ahí, ¡ay!.

Escríbame, le dice, escríbame algo cortíco, en diminutivo y trágico, termina como si no fuese ligado ya en si lo uno con lo otro. Alguien debería decirle con rabia que es de mala educación pedirle a alguien que le escriba así sin más, que eso es atreverse, que eso es usar los dedos ajenos y las letras manchadas de manera egoísta, que esa es una de las tantas formas de quemar pecho y llevarse vidas, de arrancarlas entre la paradoja de pedirlo directamente por un medio indirecto, de exigirlo como derecho propio, aunque a simple vista no exista ninguno. Si quiere algo trágico le podría decir que en la elocuencia se esconde una incoherencia imprecisa, una que se unta con elegancia para no gritar y hablar duro, le podría mencionar que estamos abatidos y que poseemos una bella capacidad de permanecer inertemente nostálgicos ante la nada, tristemente felices por el abandono de alguien, por la ausencia de tiempo en las paredes cerradas de una habitación sellada por el ruido de los pen...

Hizo Falta

Se nos olvidó que la vida no dura tanto, que los besos son tan eternos como las palabras, y tan efímeros como su entonación; Se nos pasó la idea de la inocencia tardía, y la cubrimos con retazos de caramelo duro para olvidar los golpes, para acariciar de lejos las ideas románticas y complicarnos cada tanto con la simplicidad. Se le acabaron al día los minutos y no pasamos un segundo en silencio, ni en paz; se le acabaron los pesos al bolsillo y no gastamos un centavo en una frase suelta, en un beso robado ni un sueño imposible con ganas de andar. Nos enseñaron que el tiempo se mide, que no se habla con extraños y que desconfiar es más sensato si a viejo se quiere llegar, aunque ahora los viejos ya no sean tan sabios, y ya no valga la pena llegar hasta allá; Olvidaron en la mitad de la cátedra aclarar que el tiempo también se cuenta, que se recita entre cada palabra dicha, entre cada carga de flores salidas en lágrimas y cada grito ahogado en silencio, seguro por eso olvidamo...

Estático.

Es sábado festivo, día de fiesta en la ciudad, en el país, es un sábado que no parece sábado y un festivo partido a la mitad, no sirve para tomarse una cerveza como los sábados matutinos, ni para descansar como los festivos del calendario,   la ciudad se siente incómoda, en la mitad de un vacío perfecto y una multitud de sueños que llenan las calles, se siente justo como no debería sentirse, pareciendo desamparada, tranquila, callada. A medida que pasan las horas, caen en las avenidas las nostalgias y se rebotan por las alcantarillas junto con las poesías inconclusas de una metrópolis errante que destroza poco a poco las vidas en su interior. Yo no me siento, hace un segundo podía hacerlo, pero ahora, sentado en una silla roja de un bus rojo en una Bogotá roja, me siento perdido en una ventana de melancolía y causas perdidas, me veo mirando a gente cansada, en unas llantas desgastadas y un conductor a punto de dormir. En el frente dice “último Servicio”, en la estación...

Yo no sé

No me siento bien escribiendo y no encuentro el punto final de las comas mal puestas, no sé leerme después de escribirme, no sé darle levedad a los párrafos en medio de tanto peso en prosa; No sé cómo sentirme, si al revisar cada cosa, a cada palabra quisiera borrarle un nombre, una tilde, un perfume o un acento, no sé qué decir cuando hay tres palabras que tienen sentido en cada frase, si el resto me parece relleno, si no encuentro mi cabeza de lleno para imaginar nada, para sentir nada diferente, bueno, dinámico.  No encuentro momentos perfectos para escribir, entusiasmado se me traban las letras, deprimido se vomitan y parecen sopas servidas en un burdel, triste   se ven parcas, alegre exageradas y románticas ridículas, todas en analogías inventadas sin ninguna gracia. Soy repetitivo, instintivo, temático y aburrido, la mayoría pierde el hilo, el interés, las ganas, no hay como atar a nadie a un montón de ideas sin organizar. Se me van buenas ideas, se hunden e...

Extraños

Era un Motel y estaba encima de un Bar, al lado tenía una Iglesia, y en la esquina estaba Florencia acompañada del mar; en la calle yacía Lucrecia, y le cubrían tres billetes la entrepierna y el ombligo, bebía vodka fino y vendía   racimos de uvas para acompañar; eran los siete pecados capitales, y uno que otro de más. -No tienes una buena actitud para esto, tal vez es mejor que te vayas de una vez- dijo ella casi sin voz y cansada de discutir sola, chocando sus palabras contra cinco paredes, cuatro de concreto y una de carne y hueso – No puedes esperar que las cosas mejoren así – soltó, como dejando salir un suspiro decepcionado que no tiene lugar en el mundo, un último respiro de resignación donde antes habían mil tramos de aire puro, donde ahora se encuentran ahogándose la razón y las ganas, ganas que se fueron extinguiendo poco a poco en cada beso y cogida que tuvieron, cada palabra bonita, una peor que la otra, en un desgaste permanente que no pudo notarse sino hast...

Heroína Muerta.

Se llenó de heroína las venas del alma, inyectando cada dos horas tres soluciones medidas sin mucho interés, se pintó los ojos de colores, con una sonrisa y   tres amigos de alquiler. Se hundió más allá de las hojas del libro de poemas inconclusos, y se durmió encima de mil clavos y un clavel, como quién busca morirse de a poco, como quién quiere cantar al revés. Sentía tres montañas en la espalda, una rocosa hecha de errores para golpearse, una de pasto cubierta de caricias rotas para acostarse, y una de versos que no le entregó; junto con ellas tenía un puñal para clavarle más hondo sus besos, aunque con eso se hiriera el pecho y se le regara la piel; tenía tres clavos para intentar sacarla a la fuerza, doblados por la mitad y sin cabeza, tenía ciento volando y marchando, se tenía a sí mismo todavía, aunque le arrancaron la voz y le robaron el nombre, le quedaron los abriles, con sus diciembres improvisados, con sus rosas marchitas y la cama sin tender. Ayer se acord...