El baile y los tropiezos.
Se encuentran fragmentos de pasos antiguos, de historias
gastadas y mitos sin fin; se encuentran fragmentos felices de tardes rojizas y
mejillas blancas y húmedas mirando al sol salir; una madrugada pérdida en el
tiempo fuera de espacio y llena de silencio; Fragmentos de llantos entran
también allí.
Palabras lívidas, flotantes, llenas de gracia, ebrias de
amor por sí mismas, agotadas cortándose el cuello y danzando mientras se sonríe
al cuadro espectral de la noche y sus matices sin filtro como el cigarrillo que
me fumo, que me fumé y me fumaré; transparentes tus ojos que gritan,
transparente mi copa con vodka y el humo que sale de mi boca, aburridos tus
gritos en esa montaña, allí donde yo me esfumaba y tú me abrazabas, allí mismo
donde yo te besaba y tu envenenabas mi vida con las mentiras mas ciertas que he
escuchado en mi sordera matinal, deprimente mi nihilismo y tus ganas de vivir,
tan falsas como mi voz, tan bellas como tu rostro dormido y sedado en el pasto
sin porvenir.
No encuentro puntos ni comas, no encuentro sonidos ni letras,
no encuentro mi ropa y no te encuentro a ti; tengo una cerveza sin cebada y
un cigarrillo sin alquitrán, tengo la boca
sin saliva y tengo agua que no moja como no me tocan tus caricias frígidas que
no me dejan morir, tengo sin tener y hablo sin hablar, destruí tu vida y volví
a caminar, acabe con tus sueños y destroce tus anhelos, embriague tu castidad y
algún día te hice vomitar. Creíste correr a mi lado mas solo tropiezos torpes
tenias en tus pies, y no bastaba el Jack Daniel´s y el motel barato, no
alcanzaba tu ropa limpia y mi cuero viejo, no alcanzaba la noche y el día siguiente,
solo alcanzábamos los dos, tu y yo en una reunión de monstruos sin rostro,
nosotros abrazados entre balas de madera y palabras de metal.
Y aquí estoy recordando como recordábamos nostálgicos la
nostalgia del futuro que no vendrá, y pasan madrugadas fantaseando con la luna
y su luz confidente mis dientes en la almohada y tus labios en mi piel; y sigo embriagándome
sin razón, y sigues discutiendo al destino atroz, y nos seguimos odiando, y nos
seguimos besando, imaginando que somos mejores personas, viendo una iglesia
quemarse riendo extasiados entre gasolina y cigarrillos sin usar, y “ya no más”
me dices, y ya te fuste entre tus arboles rosados, y ya volverás a pasar por
aquí, y no cruzaremos miradas ni sonreiremos al pasar, porque no nos conocemos,
y esta historia solo acaba de empezar.
Comentarios
Publicar un comentario
Habla amigo, y entra.