Sin Título
¿Te has sentido segura? , ¿Lista? ¿Has por un segundo pensado en el piso que pisas? ¿En las mañanas que parecen tardes a la luz roja de los ojos cansados? ¿Has por un segundo detenido la mirada curvada y visto en el cielo la horrible sombra de la duda sobre ti?
Cada día, cada noche, al salir y al quedarme encerrado, en mi cueva, en mi lugar recóndito en medio de los ojos, entre las vísceras escondidas de mi estómago perdido, sí, ahí, también afuera donde todo parce pesado, donde todo está listo y puesto, allá donde no recordamos nada más cerca ni más lejos.
No soy maldito, no podría llegar a la mitad de un centro oscuro sin antes detenerme a beber un trago y escribir algo, no podría caminar bajo la luz mientras pienso que sin duda algo está mal, que no puede ser por un momento solo la paz una enfermedad más venérea que el silencio, que solo por hoy quiero lanzarme a la tormenta.
Mis ansias y mis sueños se levantan muy temprano y me dejan en la cama durmiendo tranquilo, de noche se acuestan a dormir cuando yo apenas abro los ojos, cuando despierto, ya yacen dormidas en el fondo de la melancolía, y hacen un hueco con cada mordida, rozan el corazón con cuchillos afilados, acarician los pulmones con hilos rotos y descubren con sonrisas las frágiles costillas.
Son bufones en medio de la nada que construí para sentirme a gusto, donde los titiriteros se enrollan las gargantas con sus lazos, donde lloran las nubes rojas por la partida de la sangre de cada mes, en ese lugar hay personas que se ríen sin parar hasta vomitar su estómago en un teatro vendido hasta reventar en el fondo del mar junto a los tiburones blancos que sin querer se han comido a la mitad del público para alimentar a los actores.
En la tumba más colorida se encuentra el cadáver más triste, en el silencio de la noche se escuchan gemir a las hadas y a los duendes, y no, no lo estoy como debería estarlo, yo no fui, ni vine, ni vi, ya me fui y no estoy, ya me vine y no soy, no recuerdo la última vez sin agravio, que me hice grande desde la ventana, que me arrojé y no recibí del suelo ningún golpe.
¿Cómo podría ser real solo lo que vemos? ¿A caso estas paredes son algo distinto a un reflejo? No puedo tocar nada, nada puede tocarme, pero a veces por ti haría que dos moléculas se tocaran solo si con eso acabo el mundo y me quedo contigo.
¿Para qué un mundo de vaginas rosas y pulcras que sonríen y escupen sin ganas y sin dientes? sin sueños ¿para qué un mundo donde las piernas se abren como se abren las puertas de una biblioteca pública? Noté que si le das un té a un lunático en un mal momento seguramente te cortará el cuello.
Todo se trata de malos momentos, pequeños instantes y minutos que no tuvimos que vivir, pequeñas decisiones que taladran las cabezas como un martillo que golpea el cerebro, extirpando cada vez un poco más la cordura de su cuna racional.
Me duermo, sueño estando dormido y levantándome en la madrugada, sueño caminando y luego despierto, despierto de un sueño, me duermo despierto y ya no sé, ya no sé cuándo estoy y cuando no, no sé si mirando fijo a la luna me despertarán las moscas, no sé si clavando la tierra en mis brazos me aclamarán las rocas.
No sé siquiera si quisiera de la noche llegar al día, pues el sol me sabe a cenizas y me recuerda las pesquisas en mi lengua por parte del amor, no sé si cambiar los dientes por agujas y clavarlas en el filo de tus pestañas para que vieses mis pesadillas un solo día y volvieras a despertar.
He soñado mil veces con mi piel quemada en medio del pastizal húmedo, he soñado con mis dientes caídos, remplazados por gusanos que se hunden en el paladar más exquisito de mi carne, he visto como mis brazos se desprenden y las uñas se las comen mis ojos saltones, he visto como mis pestañas se devuelven entre si y se vomitan con colores. Me he visto con el pelo ahorcándome el cuello y sonriendo de ganas de tirarme a un pez. Me he soñado otras mil veces con la gente muerta que me lleva, he sentido sus dedos pasando mi piel, tomando mis pulmones, me he visto comiéndome mi estómago una y otra vez.
He soñado una vez contigo, y por eso, vale la pena hacerlo otra vez
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