Volando



Estás volando, muy lejos de aquí estás volando.

Vas hacia algún lugar donde me es difícil alcanzarte.

La noche afuera es parecida al hielo, pero aquí adentro, el calor es demencial, lo único que suena es el teclado y mi respiración, siempre tuve una respiración muy profunda, muy fuerte, para aferrarme siempre a mis pulmones en muchas ocasiones cuando querían escapar. 
Estás volando, y quiero hacerlo también, estás allá y éste extraño sentimiento se me entra por los oídos; te extraño, te extrañe desde que salí de tu apartamento ya en la noche luego de un beso y un golpe con el ascensor que se cerraba luego de cinco minutos de estar abierto, te extraño desde que caminaba por la calle llena de bolsas de basura, allí donde mis pies parecían ser de otra persona, mi cuerpo se iba de un lado a otro y la sensación más cercana que sentía era levedad, tú levedad, mi alma, o lo que fuese que estuviera en ese momento entre mi carne se fue detrás de ti, mientras mi cuerpo seguía caminado sin mirar hacia donde iba, más de una vez esa noche me perdí por primera vez en el camino que recorro siempre, más de una vez esa noche olvidé en que ciudad estaba y para donde iba, más de una vez tuve que detenerme y pensar donde estaba esa avenida por donde pasa el bus, por donde pasa la gente, por donde pasa mi cuerpo que se reúsa a todo menos a ti.
Fumo cigarrillos que tienen humo congelado, mis labios también lo están, partidos en mitades, resecos, debes saber que no me cuido mucho si no es para verte, hace días no me afeito bien, no veo por qué hacerlo, me lavo los dientes una o dos veces al día y no cuatro o cinco como antes, me baño, sí, hay que mantener el higiene, pero me imagino contigo, y eso es una enfermedad, una psicosis romántica que me corre las venas y me estalla los labios, la lengua, la voz.
Me cansa hablar, escuchar, ver, me cansa caminar, correr, sentarme también, me cansa mi voz en solitario, me cansan mis ojos sin paisaje; estoy bien, feliz, estoy callado, pero no dudes que sonrío, lo hago todo el tiempo, nunca fui muy alegre para las personas, calmado dicen, silencioso, eso es, no necesitan saber más, ¿para qué?, tu eres la única que sabe por qué camino distraído, por qué miro al piso, por qué me gusta el frío, tu eres la única que conoce por qué escribo y a quién leo; no te entiendo ni me entiendes, porque entender es aburrido, nosotros preferimos amarnos u odiarnos y así nos va bien.
El silencio en este lugar es muy particular, la madera que recubre las paredes hace de la noche un momento apropiado para cortarse la lengua, podría jurar que a unas cuantas millas escuchan mis dedos chocar con el teclado, mi respiración, mis pies, pero me gusta, y quiero venir contigo, conmigo; a veces pienso que me quede en tu cartera escondido detrás del delineador negro y los polvos, a veces pienso que me quede en tu espalda sintiendo tu olor; falta poco, casi nada para enloquecerme. Pero te espero.

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